Este día se inicia justo siete días antes del Domingo de Pascuas, fecha de la resurrección de Jesús, con el Domingo de Ramos, que recuerda el momento en que el hijo de Dios entró triunfante aunque humilde a Nazareth, ciudad que estaba repleta de peregrinos que lo rodearon con ramos de olivos en las manos, entre cánticos y exclamaciones, lo acompañaron hacia el ingreso y lo siguieron llenos de fe.

Según los Evangelios, la gente alfombraba el camino del elegido y dejaba a su lado pequeñas ramas de olivo al son de cantos de los Salmos, que decían: “Bendito es el que viene en el nombre del Señor. Bendito es el enviado del Reino de Nuestro Padre”.

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